íNGEL (V)
[A medida que crecían, tornábanse negras y retorcidas. Supuraban las heridas abiertas en la espalda un líquido amargo y viscoso, envolviendo el torso desnudo en un sufrimiento nauseabundo].
[Que paradójicamente bellas son las lágrimas, pues se alimentan a la vez de alegría y dolor].
¿¿Pero eres tonto o qué??
¡Sí, eso es lo que crees que soy!, ¿no? Un tonto. ¡¡Y como soy tonto puedes hacer lo que te de la gana que no me voy a molestar, ni siquiera me voy a enterar de nada!! ¡¡Eso es lo que piensas tú de mí, lo que has pensado siempre, y llevas toda la puta vida haciendo lo mismo!! ¡¡Déjame en paz con mi mierda de vida y métete en…
¡¡Deja ya de soltar memeces, joder!! ¿¿Encima de que me preocupo por ti, encima, te cabreas conmigo??
¡¡Deja de preocuparte por mí de una vez!! ¡¡Siempre me estás tocando las narices, que si esto mal… que si lo otro también…!! ¡¡¡Para ti todo lo hago mal, y estoy harto de que te creas mi madre, de que te metas en donde no te llaman, te sabes toda mi vida, controlas hasta las horas en que voy a mear…!!!
Cielo…
¡¡¡Hostias!!! ¡¡A tomar por culo todo!! ¡¡Adiós!!
Giró sobre sí mismo y se marchó.
¿Por qué había empezado todo aquello? ¿En qué momento metí la pata?
El huracán se fue tan veloz como vino, y a su paso no dejó nada. Silencio…
…entonces pude oírlo llegar…
Miedo.
Me horrorizaba la impotencia que sentía, allí, de pie, viendo cómo se alejaban sus pasos sin poder siquiera mover el dedo meñique. ¿Y de qué habría servido ir tras él? Sólo habría encontrado unos ojos fríos llenos de desprecio. Lo perdía. Lo perdía y yo estaba quieta, maldiciéndome a mí misma y maldiciéndolo a él, y sin poder llegar a comprender la situación.
Lo perdía para siempre.