íNGEL (III)
[Llegó el cálido viento de suaves plumas, y arropó al amor, y le dio vida, forma y habla, y lo lanzó a la suerte como mensaje de pureza e inocencia].
¡Qué ganas tenía de volver a verlo!
Habíamos quedado a las cinco de la tarde. Aún faltaban unos minutos, pero no podía esperar a que llegara, no de brazos cruzados. Cogí mi cartera y saqué las fotos. ¡Qué guapo se veía, por mucho que él dijera que no! Coloqué su foto en primer lugar, por delante de las de mis amigas. Las volví a guardar. Conté el dinero que tenía. Pensé que demasiado para una sola tarde, pero qué le íbamos a hacer ya… Cogí un cigarrillo, busqué uno de mis tropecientosmil mecheros y lo encendí.
¿Qué ropa llevaría puesta? ¿Vendría contento? ¿O más bien serio? Estaba ensimismada en mi mundo cuando un par de deportivas blancas y negras se pararon en frente de mis zapatillas amarillo chillón.
-¡¡Qué chulas!! ¿Son nuevas?
-Si…
Sin darle tiempo a contestar, casi ni a respirar, me colgué de su cuello y le planté un sonoro beso en la cara. Me apretó bien fuerte con sus brazos, y yo le contesté con más fuerza aún.
-¡Que me ahogas, bruta!
Ni caso, seguí pegada a él, achuchándolo contra mí. Sin soltarlo moví un poco la cabeza hasta dar casi con mis labios en su oreja, y le pregunté en un susurro:
-¿A donde siempre?
-Okey.
Le di otro besazo, lo agarré del brazo, y casi me lo llevo a rastras de la rapidez con la que eché a andar calle abajo.
Era tan feliz…