Estoy adicto a tus escritos… Me cautivan, tanto por su estilo como por su contenido… Son preciosos la verdad, te doy mi mas sincera enhorabuena.
[Enarbolando una bandera, de deseos la trama, ilusiones forman su urdimbre, clava su estaca en la carne, y el corazón vuelve a latir].
Sonaba una canción que me encantaba. Cogí mi botella de cerveza por el cuello y di un trago mientras dejaba que la melodía me embriagara. Como siempre que me emocionaba un tema, mis ojos estaban llorosos, quizá esa vez demasiado por culpa del alcohol.
Acerqué la botella a la suya y brindé con él. Esta vez bebimos los dos. Muy deprisa. Era costumbre nuestra competir por quién bebía el trago más largo, y en unos segundos estaban los dos cascos vacíos encima de la barra.
Me dio un ataque de risa: la mitad de la bebida se le había derramado por la camiseta, tenía la barbilla empapada y goteando, y tosía.
-Mira que eres guarro!
-¡Joder! Ahora voy a oler a borrachín.
-Cielo, ya lo eres.
-Bueno, pero no me gusta que lo sepan!
Nos reímos. Como la ropa ya estaba más que sucia, se limpió la cara con ella.
-Total, qué más da ya.
Llegaba la parte que más nos gustaba de la canción. Me cogió la mano con fuerza y cerró los ojos, esperando el subidón. Me mordí el labio. Miré para arriba y cerré yo mis ojos también mientras movía la cabeza al ritmo de la música que inundaba mi cabeza.
La gente de alrededor estaba igual, los colegas también. Parecía un antro de locos. De locos disfrutando de lo lindo. Pensar eso me hizo sonreír de una manera muy tonta.
-Vaya jeto que tienes, tía.
Me plantó un besito en la palma de la mano. Me puse más seria, saqué la lengua y volví a prestar atención al tema, que se estaba terminando.
Terminando…
Se acaba…
