— Jueves, 16 de septiembre de 2010 a las 20:10

Hace tiempo me contaron una historia que quiero compartir aqui. Es posible que esta historia aparezca en algún libro, o en otros lugares, aunque la versión que pongo a continuación la he escrito yo a partir de mis recuerdos.

Ser considerado por todos como el mayor genio de la pintura no era la bendición que él esperaba, había demasiada responsabilidad en ello y aunque quisiera complacer al mundo dejó de pintar. Dejó de pintar no por creer no estar a la altura, no por miedo al fracaso, sino por la necesidad de pintar su obra. Su obra no era otra que la obra para la que todo pintor nace. Cada profesión tiene un objetivo, y los que lo conocen saben que hasta que no se logra no se puede hacer otra cosa. El pintor tampoco. Durante meses le estuvo dando vueltas y un día cualquiera supo que tenía que empezar. Pintó todo lo que sentía, lo que quería sentir, y lo que odiaba sentir. Pintó un cuadro tamaño real, un cuadro real. No era religioso aunque lo pareciera, era emocional. Consistía en dos caras que se miraban. Uno era Jesús, el otro Judas. Para el simbolizaban la vida, y todo lo que les rodeaba no era más que un marco.

Por más que quiso no pudo pintar sus caras, y un buen día se dijo que necesitaba encontrar un modelo. Viajo por todos los lugares que pudo, y conoció a toda la gente que se decía buena. Ninguno le pareció ser suficientemente bueno. Entristecido por no haberlo encontrado volvía ya cuando se cruzó con un niño. Su cara era la de un ángel, no por belleza pero por inocencia. Sus ojos llenos de la falsa sabiduría que creía tener, su sonrisa todo el optimismo que da tener toda la vida por delante, y su risa el sonido de la felicidad en persona. El pintor supo que era perfecto, era justo lo que quería. Tras algunos meses de trabajo Jesús estaba hecho, y el niño sonrió encantado al ver su cara en el cuadro y le dijo que era perfecto, pero que Judas aún le faltaba.
Cansado ya de viajar puso un anuncio, en el que pedía voluntarios que tuvieran una cara que expresase toda la maldad sufrida y devuelta en una vida, una cara cansada de ser decepcionada y desilusionada por el mundo, no fea, pero sí tan terriblemente fría y realista que asustase al más valiente, una cara que incluso habiendo vivido lo mejor de la vida, hubiese caído en el peor de los abismos. Durante meses estuvieron yendo a su estudio vagabundos, borrachos y tiranos, pero ninguno tenía lo que buscaba. Todos tenían alguna de las características, pero lo que él buscaba era demasiado concreto, demasiado irrealizable pensaba. Al cabo de un año se dio por vencido y quitó el anuncio. Pasaron los años, se mudó a otra ciudad, y un día paseando con la cabeza baja, sus pensamientos le llevaron hasta una zona nunca visitada de la ciudad. Pronto encontró un hermoso parque, y en un banco sentado había un hombre. El hombre estaba llorando, y su aspecto gritaba que hacía años que no conocía el calor de una casa o el abrazo de una cama, las botellas que le rodeaban dejaban claro su patético intento de olvidar su miseria, y su cara estaba cubierta con el odio hacia el mundo más intenso que el pintor había visto en su vida. Tranquilamente se acercó al hombre y le pidió que fuera su modelo.

Ya en su estudio destapó su abandonado cuadro y se dispuso a acabarlo. Durante todos los meses que estuvo pintando el hombre no hizo un ruido. Si bien el pintor se sorprendía cada día al ver una temible melancolía creciendo en los ojos del hombre, y cayendo en lágrimas bañando su cara, aunque nunca se atrevió a preguntarle. El día que acabó le enseñó el cuadro, y el hombre le miró con tristeza infinita. Sorprendido, el pintor decidió preguntar que si lloraba por la impresión que le causaba el cuadro que había empezado hacía ya más de 20 años. El hombre le miró, y lentamente dijo, “Tu cuadro me ha causado la impresión que pretendía y mil veces más, porque yo soy el niño que una vez fue Jesús, y que la vida transformó en Judas”

Muchas gracias

Hola lector! Chevismo cerró ‐ como habrás observado ya. Rescaté el diario porque siempre le tuve mucho cariño. En el proceso de rescatarlo me enamoré un poco otra vez de él...

En algún momento añadiré de nuevo la capacidad de escribir nuevas entradas y comentarios. Gracias por pasarte por aquí.

También quiero hacer una especie de "libro" con las entradas más emotivas y algunos comentarios. Poco a poco!