No blandiré una espada. Entre los páramos
no sonará mi grito, ni mi sangre
salpicará en el suelo con violencia.
Ya no seré valiente entre las filas
de los guerreros prestos al combate,
no tomaré las torres enemigas
ni podré descansar tras la batalla,
con el sudor perlado y el cansancio
que satisface al alma y la alimenta.
Sólo caminaré, sin rumbo fijo,
perdido en los relojes, esperando.
Pero tú llegarás. Y no querré
la sangre ni el escudo ni los sables.
Me quedaré, mirándote mirar,
con el silencio largo, con las noches,
y un eco de trincheras que se pierde.
Encontrado por fin, no importa dónde,
llamando a cualquier sitio nuestra casa.
Siento no haberlo escrito nunca, pero siempre he pensado que esta es una de las mejores entradas que contiene este diario.
—
@ —
Domingo, 16 de octubre de 2011 a las 15:48
pues claro que no blandiras una espada ni sonara tu grito ni tu sangre caera lolololol, simplemente seras un artillero y le diras a la artilleria donde tienen que atacar
—
Anónimo —
Domingo, 16 de octubre de 2011 a las 16:39
Hola lector! Chevismo cerró ‐ como habrás observado ya.
Rescaté el diario porque siempre le tuve mucho cariño. En el proceso de rescatarlo me enamoré un poco otra vez de él...
En algún momento añadiré de nuevo la capacidad de escribir nuevas entradas y comentarios. Gracias por pasarte por aquí.
También quiero hacer una especie de "libro" con las entradas más emotivas y algunos comentarios. Poco a poco!