Diario Colaborativo

Todo, me molesta absolutamente todo de lo que hace ese señor;
Cuando camina, con ese desparpajo despreocupado, como si nada fuera con él; Cuando habla, en ese tono despectivo y despreciable, donde de su boca jamás se podrá escuchar una palabra amable;Cuando lo miro sentado, viendo la televisión, con esa sonrisa de idiota que se le queda cuando en la televisión ve que dos motos se han chocado frontalmente; Cuando come, porque no cierra la boca al masticar y escuchar a todas horas ese odioso y nauseabundo sonido que produce al triturar la comida entre sus dientes me quita cada vez más las ganas de comer en su presencia;O simplemente cuando le miro a la cara, cada vez que lo hago de mi interior nace una oleada de odio, furia y destrucción que podría callar con sólo una cuchillada.
Ese señor está viviendo bajo el mismo techo que yo, y le solía llamar Padre. ¿Cuando empecé a despreciarle de esta forma? ¿A tratarle mal, sabiendo que lo que estaba haciendo estaba “moralmente mal”? Quizá desde el día en que descubrí que todo el dinero de su… aparentemente mísero sueldo acababa noche tras noche en el interior de una máquina de colores, teniendo a una mujer trabajando día y noche para mantener a una família. Este señor no conoce el término compasión, no conoce el término amar… ni siquiera, estoy segura de ello, de que no sabe siquiera lo que es sentir lástima. Tantos años engañados, tantos sueños perdidos y ¿para qué? ¿qué satisfacción se puede tener arrojando por una hendidura sin fondo los pasaportes de una vida más placentera? ¿Qué esperaba conseguir con todo esto? Y todavía no sabe la suerte que ha tenido, de tener a una mujer como lo es mi madre, que quiere ayudarte. Me llamarán egoísta, me llamarán incomprensiva, pero yo desde luego, he perdido un padre.

Qué digo, si jamás lo tuve.