Era una tarde oscura, una de esas que solo te recuerdan las cosas buenas que ocurrieron en el pasado… Camine por delante de la casa de Alvaro, se marcho hace un par de años… ahora casi no se nada de el; espero que eso cambie. Se supone que hoy será uno de nuestros encuentros, solíamos ser casi veinte, ahora quedamos cinco. Llegué a tiempo, empezaba a llover. Caras antiguas, mojadas y vacías.
- Dónde está Maria? - Le pregunté a una amiga
- Tenía que llevar a su hermano a un entrenamiento
Sin contarla a ella, quedábamos cuatro. Javi se marchó a estudiar fuera. Y ni siquiera sabía dónde estaban los demás. Hace unos años nos llamábamos cada semana. Con el tiempo fuimos perdiendo el contacto. Lo último que supe de cada uno fue algún mensaje de despedida, de los pocos que se preocuparon.
Cuando iba a preguntar que a donde podríamos ir, Jose dijo que se tenía que ir a las seis y media. Miré el reloj, eran las seis, nadie dijo nada. Decidimos ir al bar de “siempre”, a nuestra mesa. Durante el camino nuestra conversación giró en torno a la lluvia. Eran mis mejores amigos, durante años los únicos. Ahora ya apenas los conocía.
Al llegar nos sentimos agradecidos por el cambio, siempre es agradable entrar en un lugar seco. Pronto la sensación fue haciendose desoladora, el lugar nos traía demasiados recuerdos de tiempos mejores. Después de un café y de que Jose se fuese, cambiamos y fuimos a un bar “de bailar”. Pedimos unas copas, empezamos a bailar. Cada uno sumido en sus pensamientos, pero con cierta alegría etílica. Otra ronda acompañó a la primera, y pronto tuvo compañía de una tercera. Me pareció entrever una pastilla en la mano de una amiga, las cosas definitivamente ya no eran como antes. Seguimos bailando, cada poco uno de nosotros se acercaba a la barra y volvia con el dudoso obsequi de otra bebida. Iba perdiendo la noción del tiempo y del espacio, y ahi se acaban mis recuerdos de la noche.
Me desperté en completa oscuridad, tardé menos de un minuto en darme cuenta de que no estaba en mi cama. Con cierta preocupación registré la cama, y con un suspiro de alivió comprobé mi soledad. Traté de navegar a través del dolor que sentía en las sienes, ignorando el repulsivo sabor de boca que tenía. Las primeras copas me vinieron a la mente sin problemas, recordaba incluso su contenido. Tras ello sólo las caras de mis amigos, acercándose, diciendome cosas al oido, riendonos. Me recordé apoyado en la pared del baño, tratando de coger aire en un ambiente demasiado cargado. No se dónde estaba después, pero había una cara familiar delante de mi, una mujer que a la que sin embargo no podría poner nombre, con la que estaba hablando. Ni siquiera se que me decía. El dolor de cabeza se hacía bastante mas fuerte llegados a este punto, con un último esfuerzo recordé que me dió algo, un papel. Desee no haberlo perdido, busqué en los bolsillos, estaba en el trasero. Luego busqué el móvil para iluminarlo, pero no estaba, la cartera tampoco. Mierda.
Me levanté de la cama, a la que volví a caer. Me senté, y despacio fui descubriendo algo llamado equilibrio. Decidí cambiar de táctica, y me puse a gatas. Recorriendo el suelo con las manos para no chocar logré encontrar una puerta. Para sorpresa total mía al abrirla me golpeó el viento en la cara, estaba en medio de un parque! Recorriendo con la mirada el lugar mi asombro fue creciendo a más no poder. Había varios caminos empedrados, en perfecto estado, un cesped segado de un color vibrante verde. írboles de troncos demasiado rectos, y copas tan altas que no llegaba a distinguir las hojas. Y un detalle chocante, no había nadie. Sabía que el sol estaba en lo alto del cielo, era mediodía, aunque por culpa de los árboles, o gracias a ellos, el sol no me alcanzaba. Decidí caminar hasta encontrar la salida.
Diez minutos más tarde sólo había llegado a una conclusión, ese parque no estaba en mi ciudad, o por lo menos no en la parte que yo conocía. No sabía a donde ir, recordé de pronto el papel! Lo saqué con cuidado del bolsillo, lo desdoblé y pude leer "De nada..." Joder, podría poner algo más informativo! Dónde me habría metido?
El tiempo era ya un concepto casi filosófico para mi en ese momento, una sed tremenda me envenenaba los pensamientos. Pensando en tonterías me di cuenta de la terrible falta de sentido que tenía todo. Qué hice mal en mi vida? En qué momento me dejó de apasionar? Cada mañana debería ser el inicio de una aventura, y en cambio se había convertido en una puta rutina. Atascado en un papel secundario de una película mala, con unos compañeros de reparto mediocres. Yo no quería eso, y no iba a permitirmelo. El sentido de la vida no se busca, se encuentra. Y eso mismo iba a hacer yo.