Corría, llorando por su vida.
El reflejo de la muerte,
atrás, con su capa negra,
imparable, le perseguía.
Su asesino, motosierra en mano,
había decidido llevar a cabo
su venganza, después de tantos años
Una rama observó lo que
esa noche, con brutal violencia,
un loco demente pertrechó
Allí en el suelo, con el miedo
recorriendo todo su ser, su cuerpo,
pidió clemencia, mas no había oídos
que la escucharan, deseó arreglarlo todo,
volver atrás en el tiempo….
ya era demasiado tarde…
Notó como una cuchilla seccionaba
su brazo, y acto seguido su otro miembro.
Notó como fluía, formando un charco,
manando de sus brazos, su propia sangre.
Miró al rostro del que era
su esposo. En sus manos,
agarrado por el pelo, observó
la cabeza cortada de su amante.
Quiso hablar, pedir perdón,
pero las fuerzas le abandonaron,
sola, en medio del bosque,
entre terribles sufrimientos,
se desmayó sin más,
arrepentida de su pecado…
…despertó, se encontraba en una sala
vacía, no sabía cuanto tiempo
realmente había pasado.
Estaba atada, de pies y ¿de manos?
No, un cinturón sujetaba su cuello.
Miró a ambos lados y lo que vio
la aterrorizó, dos muñones daban
constancia de ese brutal asesinato.
Mas no estaba muerta, por alguna razón
su asesino la vida le había perdonado.
Escuchó. Una puerta se había abierto
y oyó en pasos a alguien acercarse.
Un rostro hablaba frente al suyo,
tuvo que entrecerrar los ojos para
cerciorarse. Allí estaba él, impasible.
Dueño de su destino, señor de la muerte.
Habló, dijo con una voz irreconocible:
í¢â‚¬Å“voy a jugar contigo como tú jugaste
con tu amante, será una larga noche…í¢â‚¬Â
El miedo la atenazaba…
…comenzó el juego, él la besaba,
mordía su cuello, dolor. Sangraba…
La hoja resplandeciente de un cuchillo
a sus ojos asomó. Frío, gélido, el filo
del acero su piel cortó. El rojo
emanaba pintando su maltrecho cuerpo.
Gritos y gritos y más agonía,
disfrutaba pues era toda suya,
se resarcía, reía por el sufrimiento…
…ya no era él, se había convertido
en un monstruo, en la misma muerte
Oyó una voz en su conciencia,
obedeció como un autómata.
í¢â‚¬Å“Ahógala, aprieta su garganta
con tu mano. Siéntela crujir bajo presión.
Ya casi no respira, con los ojos en blanco
escucha como pide clemencia.í¢â‚¬Â
í¢â‚¬Å“¿Te acobardas? No seas maricón.
Clava aun más tus uñas.
Lame las lágrimas de esa perra.
La sangre recorre su cuello.í¢â‚¬Â
í¢â‚¬Å“Tú decides, eres su único dueño.
Acerca tus labios a los suyos,
y en un beso, absorbe su último
suspiro de vida.í¢â‚¬Â
í¢â‚¬Å“Luego, por fin, mátala,
sólo así obtendrás
tu ansiada venganza
y la calma…í¢â‚¬Â
í¢â‚¬Å“Termina…í¢â‚¬Â