Mamá, quiero ser un vagabundo
-Me dedicaré a vagar por la tierra, eso es todo. Andar de pueblo en pueblo, conocer gente, vivir aventuras…
-¿Así que has decidido ser un vagabundo? Igual que toda esa escoria de ahí fuera que duermen en los containers y que comen lo que yo les echo. Sino tienes trabajo, ni casa, ni dinero ¡eso es lo que vas a ser, hombre! ¡Un jodido vagabundo!
-Escucha amigo mío, es justo por eso que tú y yo somos diferentes…
Ya lo plasmaba Tarantino en su película Pulp Fiction, por medio de un gran Samuel L. Jackson, representando a Jules: la visión de la vida del que no pertenece a ningún lugar y se siente como en casa en cualquier sitio de la Tierra, su lugar de nacimiento.
La visión de Vincent Vega, quien es representado por John Travolta, es la de una persona cerrada. El arquetipo del ciudadano “normal”, que ve en Jules un vagabundo y lo desprecia por su decisión.
Borra todo lo que te ha influenciado, aunque tengas que volver a caminar por tus propios pasos, volviendo a trazar las huellas que dejaste, ya invisibles por el polvo que se les ha caido tras el paso del tiempo. Si eres capaz, llegarás a comprender la realidad desde el punto de vista más objetivo.
Comprenderás que nacer aquí o allá, en esencia, es pura casualidad.
Nadie se siente parte del lugar donde nació, aunque si le puede hacer recordar fantásticos recuerdos de la infancia. Por ejemplo, si alguien nace en un campo de concentración como prisionero y se educa allí, de mayor, no querrá volver a ese lugar. ¿Lógico, no?
Yo pienso que el ser humano debe viajar. Viajar hasta encontrarse a sí mismo. ¿A quién no le gustaría, ahora mismo, si pudiera, dar la vuelta al mundo? Y es que no lo hacemos porque, según nos enseñaron, es muy caro, o sea, imposible. Es mentira. La mentira de vivir en casas con barrotes, dentro de ciudades llenas de humo de los coches y las fábricas, estar atado a un trabajo y comprar cosas que sólo sirven para poder decir: “¡Soy libre!”