— Lunes, 5 de noviembre de 2012 a las 9:12

  • ¿Estás dispuesto a cumplir tu obligación para con Roma?

  • Si, padre.

  • No vas a ser Emperador.

  • ¿Qué hombre mayor y más sabio ocupará mi lugar?

  • Mis poderes pasarán a Máximo. Les serán confiados hasta que el Senado esté preparado para volver a gobernar. Roma será una república de nuevo.

[En un susurro para sus adentros] -Máximo…

  • Sí. ¿Mi decisión te decepciona?

  • Una vez me escribiste enumerando las cuatro grandes virtudes padre: sabiduría… justicia… fortaleza… y templanza… Constaté que no tenía ninguna de ellas; sin embargo poseo otras virtudes: ambición, se convierte en virtud si nos conduce al éxito; ingenio, valor, tal vez no en el campo de batalla, pero hay muchas formas de valor; devoción a mi familia… y a ti, padre. Ninguna de mis virtudes figuraban en tu lista, incluso parecía que no me desearas como hijo.

  • Oh Cómodo, vamos… vas demasiado lejos…

-Escudriño el rostro de los dioses buscando el modo de complacerte, de llenarte de orgullo. Una palabra amable, un fuerte abrazo, tus brazos apretándome con fuerza contra tu pecho… Habría sido como tener el sol en mi corazón mil años. ¿Qué hay en mi que tanto odias?

  • Shh, Cómodo.

  • Lo único que siempre quise fue estar a tu altura, César, padre…

  • Cómodo, tus defectos como hijo son mi fracaso como padre. Ven.

  • Padre… Arrasaría el mundo entero para que tú me amases…

Hola lector! Chevismo cerró ‐ como habrás observado ya. Rescaté el diario porque siempre le tuve mucho cariño. En el proceso de rescatarlo me enamoré un poco otra vez de él...

En algún momento añadiré de nuevo la capacidad de escribir nuevas entradas y comentarios. Gracias por pasarte por aquí.

También quiero hacer una especie de "libro" con las entradas más emotivas y algunos comentarios. Poco a poco!