No supiste entenderme jamás, ni si quiera tuviste el valor de intentarlo. Nunca me escuchaste, solo tenías oídos para ti mismo, en ningún momento percibiste mis lágrimas ni mi dolor ni mis gritos. Puede que me merezca eso por tu parte pero no lo quiero, así que me voy. Me voy bien lejos, a donde me espera alguien que me da lo que tú no me dabas. Lo que en apenas en un mes se te agotó. En un mes, joder, un puto mes, y eso que jurabas y perjurabas que jamás se iría. Adiós, pecoso, adiós.
Ni si quiera te mereces esta despedida, ni si quiera…