Solo puedo pensar en lo que me perdí. Tú no eras la adecuada, ni mucho menos, pero habría sido una etapa de mi vida bastante bonita (aunque muy desquiciante) si hubiéramos estado juntos.
No pegábamos ni con cola, jamás habría funcionado. Tú solo pensabas en ti misma y yo en ambos.
Nuestros carácteres chocaban a más no poder, pocas veces estábamos de acuerdo y nuestras discusiones eran frecuentes y épicas. Sin embargo…te quería tanto. Tantísimo.
Y sí, habría sido una inutilidad de relación, una estupidez, una gilipollez como la copa de un pino pero…ahora me gustaría haberla tenido, porque solo pienso en ti. En cómo me decías cosas inoportunas cada poco tiempo que a mí me dolían, en cómo sonreías, en cómo me abrazabas, en cómo olías, en cómo me reprochabas y demandabas más y más a cada instante. Solo sabías pedir, todo lo hacías mirando lo mejor para tu persona, ni una sola vez pensaste en mi bienestar. Y a pesar de todo, estabas segura de que eras buena conmigo y que yo te debía casi la vida, era como si creyeses que tenía que bajarte la luna y las estrellas para que te peinases en su reflejo con el fin de agradecerte “todo lo que habías hecho por mí” (nada, en realidad). No escuchabas mis peticiones, ni mis ruegos, tú nunca, no.
Pero…cada minuto que pasa deseo haber cometido aquel error, sí, el de estar contigo. Al menos, así ahora no tendría esta esquirla de hielo destrozando mi órgano bombeador de sangre. Ni este veneno abrasador que es el deseo recorriendo mi ser.