— Viernes, 24 de mayo de 2013 a las 23:39

Discutí con un conocido sobre el tema. ¿Puede ser una persona deprimente por naturaleza?
Yo siempre he defendido que sí, que la genética juega a favor de ello cuando la situación así lo requiera, que no hay finales felices para todos. Que alguien debe soportar la carga de no haber tenido un hogar estable o una socialización infantil magnífica. Que todo ello termina pasando factura (y de paso os resumo partes de mi vida).
Ahondando en el tema nos encontramos con que la personalidad y la mentalidad (la cognición y la capacidad psicosocial de las personas) se van moldeando desde la más tierna infancia. Luego, una vez llegados a la adolescencia, hay una fase de parada, de reafirmación y de crítica: en la que el sujeto puede aceptar los valores que se les ha dado o buscárse otros mismos.
A su vez, todo está relacionado, cualquier cosa, por mínima que parezca, ayuda a condicionar el comportamiento de una persona. Por ejemplo los taxistas tienen una zona del cerebro relacionada con la memoria espacial bastante mas desarrollada que por ejemplo un oficinista. Aunque yo entiendo y defiendo de que el contexto y el ambiente dónde una persona se mueva no tiene porque tener la última palabra respecto a la definición de la misma.
La personalidad de una persona queda fijada dado un tiempo determinado, y ello no es bueno ni malo, simplemente es, y uno debe convivir con ello lo mejor que pueda. Jugar con las cartas que le ha tocado.

Pero al tema, que me voy:

El problema de todo ello es que lo que yo veo como una necesidad biológica; la gente, y la sociedad con ello, lo ven como una especie de “avería”. Ciertamente puede ser que lo sea, que estemos averiados. Quizás, y la resignación a reconocerlo sea parte del fallo. Pero una sociedad no puede tener contentos y felices a todos sus individuos de la misma manera que en una clase no todo el mundo puede sacar un diez.

En la mediocridad está la virtud.

1 Comentario

Y UNA MIERDA. xDDD

Perdona que te diga, pero estás totalmente equivocado. Lo que te mantiene en esa postura es la propia fe que tienes en ella. Si le dieras la vuelta a esa creencia y mantuvieras la firmeza con la que defiendes la actual, acabarías haciendo realidad esa creencia, la vivirías y sería una prueba de la vida tiene un sentido: el que le decides imponer en cada momento.

No es el paso de los años lo que endurece y envejece al cerebro, son las ideas. Nadie es deprimente (aunque creo que querías decir “deprimible”) por naturaleza. Sería como decir a las gordas que no podrán correr nunca un kilómetro sin parar o decirle a los feos que no le gustarán a casi nadie. Y todos sabemos que eso es mentira, lo que le impide correr tanto a una gorda y lo que le impide ligar a un feo no es su condición física, sino la psicológica. He visto gordas adelgazar más rápido que asar manteca y a feos ligar más que un puto chulo de playa. ¿Qué se lo impide a quien no puede? Su negación, su falta de voluntad, su rechazo al autoconocimiento y la resistencia a un posible cambio.

Ni más ni menos.

Anónimo — Martes, 9 de julio de 2013 a las 17:59


Hola lector! Chevismo cerró ‐ como habrás observado ya. Rescaté el diario porque siempre le tuve mucho cariño. En el proceso de rescatarlo me enamoré un poco otra vez de él...

En algún momento añadiré de nuevo la capacidad de escribir nuevas entradas y comentarios. Gracias por pasarte por aquí.

También quiero hacer una especie de "libro" con las entradas más emotivas y algunos comentarios. Poco a poco!