— Domingo, 14 de diciembre de 2014 a las 6:25

Estoy contento. Sí, estoy bastante feliz, porque estoy sirviéndome del sistema para conseguir lo que quiero y estoy consiguiéndolo. Después de bastante tiempo, he vuelto a un instituto, pero para formarme profesionalmente por primera vez. No me apetecía nada, pero bueno, tampoco había nada mejor que pudiera hacer, y lo poco que hacía lo sigo haciendo a la par que “estudio” (lo entrecomillo porque… bueno, no es que estudie mucho… ¿leer las cosas por encima se considera estudiar? Si es así, pues sí, algo estudio).

Resulta que soy el que mejores notas saca de clase, el que ha tenido alguna ocurrencia que ni los del siguiente curso se habían planteado todavía y también soy el único que se ha propuesto desarrollar la motivación en todos los compañeros de clase, sobre todo en aquellos que se sienten muy torpes o que les cuesta aprender con rapidez y creen lo que los profesores piensan en voz alta incluso desde antes del primer examen, que en enero o febrero habrán abandonado. Se supone que estamos siendo formados para ser profesionales, no críos que se pelean por puestos de trabajos. Ser competente es algo más que saber mucho y trabajar eficientemente. Ser competente también es ser deportivo y saber trabajar en equipo, intentando que todos vayamos a la par, sincronizados. Si no velamos por esto, ¿qué será de nosotros en las empresas? Si te ascienden en la empresa en la que te hayan elegido para trabajar, yo que tú miraría si has pisado la cabeza a alguien mientras trepabas hasta ahí, porque si es así, eres escoria. Sí, una mierda de persona. Una persona que solo vale como trabajador, como empresario, pero no como ser humano. Como ser humano eres una mierda, un ser sin escrúpulos que no tiene principios, solo tienes fines… Fines, que no finales. Finales solamente tienes uno: el mismo que todos, sea cual sea la gloria o la tragedia que dejes atrás y que de poco te va a servir si no pretendes entenderla… la muerte.

Por mis resultados, mi forma de ser, mi forma de comportarme y de expresarme, hay quien me valora y considera que peco muchas veces de falsa modestia, también hay quien me detesta y se siente rabioso por parecerle un rival competente y más íntegro de lo que a él mismo le gustaría ser. Nada de esto es nuevo, de sobra sé que voy levantando escarpias allá por donde paso, no dejo indiferente a nadie. Y ahora estoy aquí, en pijama, con tres trabajos sin empezar que tengo que entregar antes de mañana y no me apetece hacer nada ahora. No me apetecía ni dormir, así que me he dejado caer por aquí después de estar durante horas escuchando música en Spotify toda la noche y reflexionando sobre mis últimos pasos por la vida.

¿Qué viene después? Hay tantas cosas que no funcionan bien en mi vida que difícilmente puedo saberlo ahora que me va tan bien en un aspecto de la misma, un aspecto importante aunque no fundamental (según veo yo las cosas). Lo fundamental es que consiga éxitos, pero no únicamente personales, sino de mayor extensión. Es la única forma de que las cosas funcionen bien y la única vía de ridiculizar las malas costumbres y los comportamientos egoístas. Si todos empezáramos a preocuparnos por nuestro éxito conjunto, cambiarían muchísimas cosas. Desarrollar la empatía para destilar ánimo a quien ni siquiera sabe que lo necesita. Devolver la confianza a la gente que la perdió por el camino. Dar una puta hostia verbal a quien no deja de mirarse el ombligo, o por lo menos obligarlo a que se quite la pelusilla y deje de ser un cerdo.

¿De qué os creéis que va la vida? ¿De hacer las cosas como aprendisteis de críos? ¿Sabéis la cantidad de mentiras que nos creemos todos los días? Nadie nos cuenta más mentiras de las que nos contamos a nosotros mismos, y esta verdad es muy difícil de aceptar. “Nadie va a declararse culpable”, como dice Izal en “Tu Continente”, la canción que estoy escuchando. Y hasta que no lo reconozcáis, no podréis empezar a intentar dejar de engañaros cuestionando todo lo que creéis. Y he dicho “empezar a intentar”, sí. Porque es un camino que dura toda la vida.

Hola lector! Chevismo cerró ‐ como habrás observado ya. Rescaté el diario porque siempre le tuve mucho cariño. En el proceso de rescatarlo me enamoré un poco otra vez de él...

En algún momento añadiré de nuevo la capacidad de escribir nuevas entradas y comentarios. Gracias por pasarte por aquí.

También quiero hacer una especie de "libro" con las entradas más emotivas y algunos comentarios. Poco a poco!