No quiero encontrarte en las lágrimas, no quiero encontrarte en las caras largas. No quiero encontrarte en las bocas torcidas ni en las manos temblorosas. No quiero encontrarte en la tristeza, porque no te lo mereces. Quiero encontrarte en cada sonrisa, en cada rayo de sol en la playa, en cada carcajada. No quiero que cuando el monstruo de la tristeza aparezca por las esquinas más recónditas de mi cerebro sea por ti. Quiero que cuando piense en ti, me vengan a la mente todos esos momentos junto a ti, y el monstruo de la tristeza quedará reducido a nada cuando se vea sobrepasado por el pegaso de la felicidad.
Y siempre, siempre te echaré de menos. Más que a nada.