Me dices todas estas cosas preciosas y prohibidas, más prohibidas cuanto más preciosas, y más reales cuanto más prohibidas. Pasamos páginas, pero no podemos pasar una sin volver dos atrás. Y, mientras volvemos páginas atrás, seguimos escribiendo las páginas que vienen por delante. Pero me asusta. Me asusta muchísimo, y eso es lo único que no te he llegado a decir. Que el motivo mayor sigue oculto. Te he ido disparando balas con todas las razones pequeñas, intentando hacerlas grandes… pero no he lanzado el balazo final. Y el balazo mayor me lo tengo que arrancar de mi propio corazón, tengo que meter los dedos dentro de la carne y arrancarlo.
Te quiero.
Te quiero, y cuando pienso que te quiero el resto de mi mente se queda en blanco.
Y te quiero, y si llego a quererte más nunca seré capaz de dejar de quererte. Y tú dejarás de quererme a mí, porque no sé como hacer que la gente aguante junto a mí. Y quiero mantenerte junto a mí. Mucho. Tanto tanto que ahora mismo no puedo tenerte junto a mí.
Sé que te mata.
Y lo siento.
Pero te quiero. Para tu desgracia.