Buenas noches. Nunca mejor dicho, porque es Nochebuena. Qué tontería más grande… Bueno, da igual, ya es Navidad.
Estoy escribiendo esta entrada con dos preocupaciones. Me preocupa que en un futuro el sitio vuelva a cambiar de servidor y escribir correctamente con tildes y todo lo demás sea un problema, porque ya hay texto con dos tipos de codificación, el anterior y el posterior al último cambio que hubo. La segunda preocupación es que todo lo que tengo ganas de decir sea absurdo decirlo, pero esta preocupación no es mayor que la primera. Me importa más la legibilidad de un mensaje que la trascendencia del mismo. Pero así es como me importan las cosas esta noche, otras noches me importarán completamente al revés, otras noches me importarán otras cosas totalmente diferentes… Depende de cómo me pille. Hay días en que me preocupa que la forma y los objetos de mis preocupaciones sean siempre los mismos, que se perpetúen y ya no haya más cosas que me vayan a preocupar en un futuro. Eso me pasa con más frecuencia de la que puedas pensar, porque hay algo que esta noche no me preocupa (ya he dicho las dos cosas que me preocupan ahora mismo, de momento no hay más). Pero es algo que cuando me preocupo por ello, se convierte en mi preocupación central, en la preocupación dominante, la que sé que da origen al resto de preocupaciones pero, una vez conoces la preocupación nuclear, las preocupaciones hijas pierden su sentido, su razón de ser. Es esa clase de preocupación de la que no te puedes deshacer una vez la detectas entre tus sombras, entre tus fantasmas. Es la que siempre estuvo ahí, la que busca sentido a tu existencia, la que deriva en un razonamiento cíclico si no te planteas la posibilidad de que no le corresponda a quien eres hoy ocuparse de eso. Puede que le corresponda a quien serás en un futuro próximo o no. O quizás le correspondió a alguien que fuiste y que sin remedio dejaste de ser. Puede ser. Ahora mismo sé que al que soy ahora mismo no le corresponde ocuparse de esa preocupación radical. Por eso me preocupan solamente esas dos cosas que ya he mencionado.
Y ya que he contado lo que me preocupa, me dispongo a escribir lo que realmente quería contar.
…
Vaya. Se me ha olvidado lo que iba a contar. Tampoco sería tan importante.