— Sábado, 10 de marzo de 2018 a las 19:34

Ahora son la una y cuarenta y siete. Estás en la página cuatro, pero tienes que ir al banco.Te pones lo primero que ves y te montas en el coche, preguntándote si todavía darías positivo - teniendo la certeza de que efectivamente así sería - y vas al que te pille más cerca. Volviendo sigues estudiando durante aproximadamente media hora más: dado que ya sabes que no tienes la voluntad ni las ganas de poder estudiarte el tema como Dios manda, y apelas a que el Martes lo repasarás más detalladamente, autocomplaciéndote por haber puesto un día de reserva a la semana para este tipo de cosas. Terminas y no sabes si comer, así que mientras te decides te tumbas y vuelves a repasar la situación de la tarde anterior. Ahora recuerdas que no empezaste solo en casa con el whisky sino que estabas en un bar unas horas antes tomando cerveza. Sólo vas a ese bar porque hay una camarera que te deja embobado y la proyectas como pareja sentimental, de forma que cada vez que la miras te genera la sensación de que efectivamente lo es, y eso te consuela en alguna manera. Tienes un ratio de meada actual de tres cervezas por visita, y ya has hecho dos hoy. En la primera se te quedó la parte de debajo de la sudadera metida por dentro del vaquero y no te diste cuenta hasta salir, lo cual afecto de manera muy negativa a la opinión de cualquiera que haya percibido el hecho. Sabes que ella no lo ha recibido, porque estaba de espaldas, pero igualmente, ya estás borracho, lo cual debería ser un punto de inflexión para dejar de beber. En la segunda visita no te secas bien las manos después de lavártelas e impregnas la pantalla del móvil a aroma de azahar con vainilla. Tienes que usar miniservis para terminar el trabajo y limpiar la pantalla. Definitivamente deberías dejar de beber. La tercera visita transcurre con normalidad, salvo por el hecho del trayecto que vas realizando con los pies en el camino de ida y vuelta.

Tus amigos se han ido hace horas, tú te habías acoplado en una mesa por la cara y habías empezado a beber con ellos. No es la primera vez que lo haces, y cuando ellos se recogen, uno de ellos se ofrece a llevarte a casa y aceptas. Buscas una oportunidad a la desesperada para hablar con la camarera, pero ya han pagado la cuenta por ti - dos veces - y está hablando con una compañera. Te bloqueas y te quedas impotente: no puedes pedirle el número en esas condiciones. En retrospectiva te das cuenta de que habías tenido más de una oportunidad, pero no habías aprovechado ni una. Además ahora estás borracho y abrir la boca sería lo último que te convendría ahora mismo.

Te llevan a casa y te pones un whisky.

Hola lector! Chevismo cerró ‐ como habrás observado ya. Rescaté el diario porque siempre le tuve mucho cariño. En el proceso de rescatarlo me enamoré un poco otra vez de él...

En algún momento añadiré de nuevo la capacidad de escribir nuevas entradas y comentarios. Gracias por pasarte por aquí.

También quiero hacer una especie de "libro" con las entradas más emotivas y algunos comentarios. Poco a poco!